martes, 6 de agosto de 2019

Oda a las empresas que apoyan la maternidad


Ha pasado un largo tiempo desde la última vez que escribí. Entre esa y esta vez estuve embarazada y tuve a mi segunda hija. Hoy estoy viviendo un período de post natal que se ha alargado porque mi hija nació con un defecto en el corazón. Gracias a todas las buenas energías del universo, ella ha zafado de una operación al corazón y yo tengo la suerte de poder quedarme a cuidarla y seguir viéndola crecer.

Aunque la suerte de ser mama a tiempo completo, para mí, no tiene comparación y es lejos prioridad número uno en mi vida, no dejo de extrañar mi trabajo. No, no quiero los horarios fijos ni perderme el día a día de mis dos hijas, pero extraño estar metida en un ritmo mental entretenido, desafiante, e inquieto.

El otro día leía un artículo en el que se hablaba de las mujeres y la dificultad que tenemos para acceder a lo que un psicólogo llama un estado de “Flow”: algo así como un estado en el que se accede a la creatividad porque las ideas fluyen y no hay interrupciones. Requiere un tiempo determinado el poder entrar en un estado así. Y las mujeres históricamente han tenido menos posibilidades de entrar en ese estado porque tienen menos momentos ininterrumpidos. No voy a entrar en la mirada feminista, sino en una mirada personal. Hoy estoy dedicada 100% a la casa, a ser madre y atender a otros. En ese proceso maravilloso se pierde un poco la posibilidad de sentarse a crear ideas, y es justamente eso lo que más extraño, esos momentos que el trabajo me obliga a tener.

Justo ayer hablé con mi jefe, que me llamó para saber cómo seguía mi vida. Por coincidencia ayer también había retomado la lectura de un libro que él me había sugerido (Powerful: Building a Culture of Freedom and Responsibility). Hablamos de mi vida y como iba todo, y hablamos de cómo iban las cosas en Lemontech y posibles proyectos para cuando volviera, algo que me resulta apasionante. También hablamos con franqueza de lo que implica ser mama y dedicarse a los hijos aun cuando eso te aleja de tu carrera, y recibí palabras de apoyo.

La conversación y la lectura me hicieron pensar en los efectos poderosos que tienen para una persona ser parte de un equipo que te da libertades y que te apoya. Mi sentido de pertenencia y mi motivación por volver me ayudan a superar el miedo y la pena de dejar a mi bebe. Puedo ser madre y profesional a la vez, sin tanta culpa y disfrutar del proceso. Sentir esto habla de una cultura laboral de la que estoy orgullosa de ser parte. Por una vida 360.

martes, 20 de marzo de 2018

Construyendo un área



Hace un año y medio casi, me embarqué en la monumental tarea de construir un área de Reclutamiento y Felicidad en una empresa de tecnología, sin nunca haber trabajado en el mundo de la psicología laboral, ni tampoco haber incursionado jamás en lo "tech".

Desde antes de la primera entrevista me tiré un piquero al estudio para prepararme para el cargo. Leí, pero por sobre todo hice estudio de campo. Me reuní con todas las personas que pude, relacionadas a la industria o a mi cargo, y pregunté de todo. Pregunté a todos mis conocidos sobre sus experiencias como empleados, como partes de una organización, como jefes, etc. Copié las ideas buenas, usé otras como inspiración, jugué, experimenté, me equivoqué, y fui de a poco armando un área.

Mirando para atrás, entiendo que mis primeros errores surgieron del exceso de pasión mezclado con ansiedad. Quería lograr mucho para demostrar mi valor en la empresa, y muchas veces dije demasiados sí, cuando debiese haber dicho que no. Fue todo parte del aprendizaje.

También veo un entusiasmo inicial que se avivó, al conocer un ambiente de personas que me enamoró.

Mi primer año fue un año de mucho aprendizaje y trabajo duro. Me centré en armar un área que, por una parte, diera resultados en el reclutamiento de personas talentosas, y por otra parte, tuviera como meta principal cuidar a las personas de la empresa mediante un sin fin de actividades. Ésto último, siempre con un enfoque estratégico a la base: cuidar a las personas es la mejor forma de hacer employer branding y beneficiar al ecosistema laboral, ambos a la vez.

Fue clave contar con una jefatura que me dió alas para emprender en estos proyectos, exigiéndome siempre, y ayudándome a crecer como profesional. 

Hoy estoy parada en una etapa más madura de mi área. Una etapa enfocada en el órden y el establecimiento de procesos. Enfocada en gestionar proyectos, más que en realizar todas las labores operativas. Estoy orgullosa del camino que he ido armando, y completamente enamorada de mi proyecto.

Recuerdo de las primeras veces que empecé a escribir, pensaba: ¿qué puedo aportar yo con mis experiencias u opiniones, si ya todo esta dicho? Luego, fui entendiendo que uno conecta con distintas personas, aunque digas lo mismo que otros. Conectas porque buscas conectar, escuchar otras experiencias, y sentirte como que no eres el único al que le pasan estas cosas. Por eso sigo escribiendo sobre mis vivencias, porque sé que hay quienes conectan con lo que cuento. Les sirve como ejemplo, como referencia, o me pueden aportar a mi con sus comentarios, experiencias, o consejos.

Le dedico esta publicación Nataly Altamirano.
Gracias por recordarme lo importante que es compartir experiencias,
para recordar que todo se construye desde cero.

miércoles, 30 de agosto de 2017

El poder del juego como herramienta de análisis

Durante el último mes, en mi empresa hemos estado jugando juegos de alianzas. Estamos todos divididos en cuatro colores, y una vez a la semana hay algún tipo de competencia que te permite acumular puntos para ganar un día extra de feriado para las próximas fiestas patrias.

Cuando ideé esta actividad la pensé en respuesta a la simple petición de una compañera de trabajo que me hizo el año pasado, tras la última fiesta de empresa, de que en el siguiente paseo de empresa hiciéramos juegos en los que todos puedan participar.

Armé una comisión para que me ayudaran a crear los juegos. Ya había armado una comisión antes, pero eso es harina de otro costal. Lo que quiero compartir es que aprendí que al armar comisiones colaborativas para hacer actividades extras a las funciones de cada uno se genera motivación, sentido de pertenencia, y se deja libre a la creatividad. Solo en la creación de los juegos vi brillar a las personas que buscan generar un buen ambiente, tomando parte activa de los cambios.

Ahora, la puesta en marcha de los juegos es digna de analizar. Ya cuando estaba en plena etapa de planificación tenía enmarcada esta actividad como una instancia de team building. Sabía que personas que nunca se hablan iban a estar forzados a colaborar, conocerse, y tener un tema que les permite romper el hielo. Pero me sorprendió enormemente cómo los juegos se han convertido en material de análisis. Resultó ser un experimento fortuito que ha puesto una lupa sobre la actitud de cada uno. La competitividad que ha surgido, y la forma en que las personas han manejado cada situación de competencia nos ha dado a todos la oportunidad de mirar lo que ha aparecido, y hacer autoanálisis. Cada forma de reaccionar, cada broma, cada estilo que se pone en juego a la hora de competir, nos da material rico en metáforas sobre quienes somos.

A mis compañeros les pido que hagan un ejercicio (que es válido para todos los que lean esto).  El ejercicio es el siguiente:
Piensa primero sobre ¿qué tipo de persona quieres ser? ¿En qué tipo de empresa quieres trabajar?
Ahora hazte estas preguntas: ¿Soy líder o seguidor? ¿Actúo sobre lo que quiero cambiar, o tiendo a quejarme? ¿Puedo decir honestamente que tiendo a levantar mi ánimo y el de los demás, o siento que ese no es mi trabajo? ¿Cómo aporto a crear el ambiente que quiero tener?

No hay respuesta correcta. Lo importante es que compares tus respuestas y recuerdes que cada uno tiene el poder de crear su realidad.


domingo, 16 de abril de 2017

Somos lo que creemos ser

Hace unos dias fui a ver la nueva pelicula de M. Night Shymalan, Fragmentados.

Aparte del hecho de que jamas veo peliculas de terror ni suspenso (y que no fui informada a verla!) la encontre espectacular. La historia gira en torno a un hombre que tiene un Trastorno de Identidad Disociativo, más conocido coloquialmente como trastorno de identidad multiple. En la historia, vamos viendo cómo van apareciendo sus distintas personalidades, cada una con sus características propias, con gustos definidos, con edades mentales diferentes, algunas más o menos seguras de sí mismas... en fin, sujetos completamente diferentes entre sí. Cada uno sabiendo de la existencia del otro, pero sin ningún control para gobernar qué personalidad domina, ni en qué momento.

Mi intención no es hacer un review de la película, sino centrarme en la genialidad de cómo esta historia muestra de la forma más burda que "uno es lo que uno cree ser".

¿Cuántas veces han escuchado la frase: "creete tu cuento"? Y es que, la realidad se construye del lenguaje, de cómo significamos todo lo que nos rodea, e incluso de cómo nos significamos a nosotros mismos.

El poder de la mente radica justamente en que somos capaces de creernos dignos y merecedores de grandes cosas, o muy por el contrario, creer que somos una mierda. 

Yo siempre doy el mismo ejemplo: tenemos dos mujeres, una objetivamente delgada, y objetivamente bonita. Otra objetivamente con sobrepeso, y cuyos rasgos no destacan como lo que todos llamarían "bonitos".
Pero la primera se siente insegura, se mira al espejo y ve sus faltas, no se siente a gusto consigo misma, y se le nota. La segunda se siente atractiva, se viste luciendo lo que le gusta de sí, y lo más importante: se relaciona con los otros sintiéndose segura... y eso también se nota.

Otro ejemplo: Dos hombres, aparentemente exitosos. Uno despierta en la mañana sintiéndose victorioso, seguro de sus decisiones, y se relaciona con los otros sin sentirse intimidado. El otro, tiene sueños de angustia porque le atormenta lo que los otros piensen de él. Ignora el hecho de que tiene un título universitario o que tiene un cargo valorado dentro de una empresa, y se enfoca siempre en compararse en lo que otros saben y él no.

Podría dar infinitos ejemplos, pero en un mundo en el que reina la imagen, creo que me hago entender: "Uno es lo que uno cree que es."

La imagen que uno tiene de sí es la que uno proyecta en cada acto, cada palabra, cada relación. Esa imagen gobierna nuestra personalidad, y la realidad que creamos.

Lo que es aún más interesante es que, a menos que tengamos un trastorno, esa imagen es flexible. Podemos ir mutando nuestras creencias, y dependiendo también de qué tan seguros o vulnerables nos sintamos en determinados momentos, la imagen que proyectamos va cambiando. 

La personalidad es estable en el tiempo en terminos de estructuras... para no ahondar mucho en algo complejo, el loco es loco siempre, y el neurótico (en términos psicoanalíticos nos referimos al cuerdo) también lo es siempre. Pero más allá de la estructura, y como mencionaba antes, la imagen que tenemos de nosotros mismos gobierna a la personalidad, y es la misma que proyectamos al mundo mediante todas las formas en que nos comunicamos.

Nuevamente, les doy un ejemplo para que me sigan... Uno puede nacer en una familia violenta, y crecer creyendo que uno es solo digno de malos tratos. Con el pasar de los años, uno puede ir teniendo distintas influencias positivas y sanadoras, como el conocer personas que aportan amor y palabras sabias transformadoras, o conocer religiones o prácticas que otorgan un sentido de vida sostenedora. Todas estas influencias pueden generar un "sujeto" nuevo, que convive con el sujeto anterior. También se pueden vivir experiencias que se convierten en procesos de maduración. Cada sujeto que se crea a partir de nuestras vivencias convive entre sí y da paso a la imagen que proyectamos.

La película me llevó inevitablemente a hacer este recorrido y pensar en cómo nos vamos convirtiendo en quienes somos, y en que es posible ir creando un sujeto sano y en paz, en la medida en que seamos concientes de qué estímulos potencian la imagen que más nos guste de nosotros mismos.

Podemos ser quienes queramos ser.



martes, 17 de enero de 2017

El psicoanalisis aplicado a la empresa

Hace años recorrí un camino de formación en psicoanálisis que me entregó un marco teórico desde el cual pensar al sujeto. Desde entonces me he embarcado por suficientes caminos diversos que me han permitido rescatar ciertos patrones, comprobar en la experiencia varias propuestas psicoanalíticas, y formar algunas propias también.

Al relacionarse con cualquier sujeto, desde la postura de quien quiere generar intervenciones que den frutos, se debe detectar primero cuál es el dolor de quien tienes en frente. Debes poder identificar qué se repite, qué los hace vulnerables. No siempre te lo muestran tan fácil. Hay que tener tino con las preguntas. Descubrir el timing.

Tú eres responsable de esa relación. Y esto último lo digo a modo de imperativo ético. Hay una ética que debe subyacer a toda clínica. Es escoger una posición y actuar en consecuencia. No eres el amigo en la relación analítica. Y esto no significa que no puedas serlo fuera de ella. Pero durante el encuadre de la sesión, no eres el amigo. Eres quien escucha e interviene desde una hipótesis que se forma del observar y el estudio.

Y de todas formas, no funciona si el otro no está dispuesto a entregarse. A confiar en quien tiene enfrente y permitir que las intervenciones tomen efecto. Y es que las palabras del analista pueden quemar, enaltecer, o quedar grabadas como tatuajes… todo siempre y cuando se les atribuya esa categoría. Si el otro no es validado, si no se confía en él… no hay intervención que surta efecto.

He descubierto poco a poco que el psicoanálisis aplicado a la empresa sigue las mismas reglas. Deben existir las mismas condiciones para trabajar.

La última vez que escribía había comenzado a pensar en cómo generar intervenciones orgánicas que no parecieran una mentira. Una falsa e impuesta “felicidad”. Hoy empiezo a visualizar el orden lógico que debe seguir la intervención en estas condiciones. Es el caso a caso, siempre. Y en ese caso a caso se debe intervenir creativamente, haciendo prueba y error hasta comprender el camino a tomar. En cada caso.

Me parece fundamental dar un paso atrás cada cierto tiempo y pensar si acaso se tienen identificados los dolores, y si se tiene un plan para seguir. Sin mapa de ruta las intervenciones son como pegarle a la piñata con los ojos vendados. Si tienes suerte caen dulces. Ahí no hay ética.

El psicoanálisis aplicado a la empresa, a mi parecer, es actuar con ética, dándole orientación intencionada a cada intervención.


lunes, 26 de diciembre de 2016

Sobre la felicidad y lo artificial

Hace tres meses me embarqué en la tremenda aventura (y desafío) de hacerme cargo del área de “Happiness” de Lemontech, una empresa tecnológica que vende software como servicio (SaaS). Para algunos, mi cargo puede sonar como algo trivial y poco importante. Para otros suena como algo light y entretenido… Y es que de hecho, inflo globos y decoro el puesto de mis compañeros cuando están de cumpleaños. Pero también estudio, leo y me dedico a escuchar a las personas. Intento armar estrategias de intervención que den como resultado ser una aliada en la búsqueda de la felicidad. Esto no es trivial. Happiness is a serious business.

Para que me crean qué tan serio es el tema, les cuento que en julio del 2011 la asamblea general de las naciones unidas aprobó una resolución que reconoce la búsqueda de la felicidad como un objetivo humano fundamental e invita a los países, desde las políticas públicas, a la elaboración de nuevas medidas que reflejen mejor la importancia de la búsqueda de la felicidad y el bienestar en el desarrollo.

En ese sentido, estar inserta en una empresa que le dé la importancia suficiente a la felicidad como para contratar a una persona que se haga cargo de intervenciones que la promuevan, es revolucionario.  Es estar a la vanguardia.

No es solo inflar globos. Es pensar cómo intervenir, qué se quiere generar, y lograrlo de manera orgánica. Hace poco uno de mis compañeros de trabajo me decía que era importante no “imponer” la felicidad. En otras palabras, que no fuera algo artificial. Y es justamente ahí donde yace el desafío.

De cierta forma lo pienso como psicoanálisis aplicado a la empresa. Cada cambio, cada efecto debe generarse desde el mismo sujeto. Las intervenciones deben ser calculadas y breves, de modo que sea el otro quien les otorgue significado, y ojalá, generen un efecto en vías de la felicidad.

Debe haber una ética que conduzca toda intervención clínica, y en ese sentido, mi principio regulador es que la felicidad es singular, única e irrepetible para cada uno. Para aplicar este principio al trabajo en una empresa pienso que debo buscar formas de intervenir globalmente sin imponer nada en lo particular. Es la única forma que puedo respetar lo orgánico y evitar lo artificial.


Estoy intrigada con lo que se puede lograr.


jueves, 22 de septiembre de 2016











Es impresionante como ser mama me ha cambiado. 
Lo que antes me resultaba imposible, ahora se convierte en retos y metas a cumplir. No tengo tiempo para lamentarme cuando me caigo… hay que seguir…. Dale dale dale dale… no pares… escucho eso tantas veces en mi cabeza.

Soy más vulnerable que nunca. Mi corazón se abrió a tajo abierto y no tengo nada que hacer al respecto más que vivir en esa eterna fragilidad. Pero a la vez me siento más fuerte que nunca. Me convertí en una guerrera que tiene que defender a su familia… it’s do or die.

Hace mucho tiempo, antes de ser mama, visite a una tía que es coach un par de veces y teníamos conversaciones sobre mi vida laboral. Ella me hacía preguntas y al ir respondiéndolas me fui dando cuenta que no tenía claro para donde quería ir. Sabía que quería hacer algo significativo pero no estaba segura qué.

Ahora, años después, he descubierto para qué soy buena y lo he plasmado en un plan de carrera. Me siento tremendamente intimidada decidiendo cambiar totalmente mi área de trabajo a los 32 años, cuando muchos coetáneos ya van bastante más adelantados en el juego que yo. Pero a la vez me siento absolutamente motivada. Confío en mis capacidades, pero sobre todo, no me quedo pegada en mis faltas.

Le di sentido a lo que quiero hacer. Tengo un objetivo mayor, y todo lo que hago en el presente lo veo como ir dando pasos en esa dirección.

Escribo por necesidad de ir haciendo una especie de estado de avance de mi vida… una recapitulación suena mejor. Y me doy cuenta que durante mucho tiempo estaba en silencio pero no porque estaba dormida si no porque se estaba gestando en mí un nuevo sujeto.


Do or die trying.

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