Ha pasado un largo tiempo desde la última vez que escribí. Entre
esa y esta vez estuve embarazada y tuve a mi segunda hija. Hoy estoy viviendo
un período de post natal que se ha alargado porque mi hija nació con un defecto
en el corazón. Gracias a todas las buenas energías del universo, ella ha zafado
de una operación al corazón y yo tengo la suerte de poder quedarme a cuidarla y
seguir viéndola crecer.
Aunque la suerte de ser mama a tiempo completo, para mí, no
tiene comparación y es lejos prioridad número uno en mi vida, no dejo de
extrañar mi trabajo. No, no quiero los horarios fijos ni perderme el día a día
de mis dos hijas, pero extraño estar metida en un ritmo mental entretenido,
desafiante, e inquieto.
El otro día leía un artículo en el que se hablaba de las
mujeres y la dificultad que tenemos para acceder a lo que un psicólogo llama un
estado de “Flow”: algo así como un estado en el que se accede a la creatividad porque
las ideas fluyen y no hay interrupciones. Requiere un tiempo determinado el
poder entrar en un estado así. Y las mujeres históricamente han tenido menos
posibilidades de entrar en ese estado porque tienen menos momentos ininterrumpidos.
No voy a entrar en la mirada feminista, sino en una mirada personal. Hoy estoy
dedicada 100% a la casa, a ser madre y atender a otros. En ese proceso
maravilloso se pierde un poco la posibilidad de sentarse a crear ideas, y es
justamente eso lo que más extraño, esos momentos que el trabajo me obliga a
tener.
Justo ayer hablé con mi jefe, que me llamó para saber cómo
seguía mi vida. Por coincidencia ayer también había retomado la lectura de un
libro que él me había sugerido (Powerful: Building a Culture of Freedom and Responsibility). Hablamos de mi vida y como iba todo, y hablamos de cómo iban
las cosas en Lemontech y posibles proyectos para cuando volviera, algo que
me resulta apasionante. También hablamos con franqueza de lo que implica ser
mama y dedicarse a los hijos aun cuando eso te aleja de tu carrera, y recibí
palabras de apoyo.
La conversación y la lectura me hicieron pensar en los efectos poderosos que tienen para una persona ser parte de un equipo que te da libertades y que te apoya. Mi
sentido de pertenencia y mi motivación por volver me ayudan a superar el miedo
y la pena de dejar a mi bebe. Puedo ser madre y profesional a la vez, sin tanta
culpa y disfrutar del proceso. Sentir esto habla de una cultura laboral de la
que estoy orgullosa de ser parte. Por una vida 360.