Sobre la felicidad y lo
artificial
Hace tres meses me embarqué en la
tremenda aventura (y desafío) de hacerme cargo del área de “Happiness” de
Lemontech, una empresa tecnológica que vende software como servicio (SaaS).
Para algunos, mi cargo puede sonar como algo trivial y poco importante. Para
otros suena como algo light y entretenido… Y es que de hecho, inflo globos y
decoro el puesto de mis compañeros cuando están de cumpleaños. Pero también
estudio, leo y me dedico a escuchar a las personas. Intento armar estrategias
de intervención que den como resultado ser una aliada en la búsqueda de la
felicidad. Esto no es trivial. Happiness is a serious business.
Para que me crean qué tan serio
es el tema, les cuento que en julio del 2011 la asamblea general de las naciones
unidas aprobó una resolución que reconoce la búsqueda de la felicidad como un
objetivo humano fundamental e invita a los países, desde las políticas públicas,
a la elaboración de nuevas medidas que reflejen mejor la importancia de la
búsqueda de la felicidad y el bienestar en el desarrollo.
En ese sentido, estar inserta en
una empresa que le dé la importancia suficiente a la felicidad como para
contratar a una persona que se haga cargo de intervenciones que la promuevan,
es revolucionario. Es estar a la
vanguardia.
No es solo inflar globos. Es
pensar cómo intervenir, qué se quiere generar, y lograrlo de manera orgánica.
Hace poco uno de mis compañeros de trabajo me decía que era importante no
“imponer” la felicidad. En otras palabras, que no fuera algo artificial. Y es
justamente ahí donde yace el desafío.
De cierta forma lo pienso como
psicoanálisis aplicado a la empresa. Cada cambio, cada efecto debe generarse
desde el mismo sujeto. Las intervenciones deben ser calculadas y breves, de
modo que sea el otro quien les otorgue significado, y ojalá, generen un efecto
en vías de la felicidad.
Debe haber una ética que conduzca
toda intervención clínica, y en ese sentido, mi principio regulador es que la
felicidad es singular, única e irrepetible para cada uno. Para aplicar este
principio al trabajo en una empresa pienso que debo buscar formas de intervenir
globalmente sin imponer nada en lo particular. Es la única forma que puedo
respetar lo orgánico y evitar lo artificial.
Estoy intrigada con lo que se
puede lograr.
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