Es impresionante como ser mama me ha cambiado.
Lo que antes
me resultaba imposible, ahora se convierte en retos y metas a cumplir. No tengo
tiempo para lamentarme cuando me caigo… hay que seguir…. Dale dale dale dale…
no pares… escucho eso tantas veces en mi cabeza.
Soy más vulnerable que nunca. Mi corazón se abrió a tajo
abierto y no tengo nada que hacer al respecto más que vivir en esa eterna fragilidad.
Pero a la vez me siento más fuerte que nunca. Me convertí en una guerrera que
tiene que defender a su familia… it’s do or die.
Hace mucho tiempo, antes de ser mama, visite a una tía que
es coach un par de veces y teníamos conversaciones sobre mi vida laboral. Ella me
hacía preguntas y al ir respondiéndolas me fui dando cuenta que no tenía claro
para donde quería ir. Sabía que quería hacer algo significativo pero no estaba
segura qué.
Ahora, años después, he descubierto para qué soy buena y lo
he plasmado en un plan de carrera. Me siento tremendamente intimidada
decidiendo cambiar totalmente mi área de trabajo a los 32 años, cuando muchos
coetáneos ya van bastante más adelantados en el juego que yo. Pero a la vez me
siento absolutamente motivada. Confío en mis capacidades, pero sobre todo, no
me quedo pegada en mis faltas.
Le di sentido a lo que quiero hacer. Tengo un objetivo
mayor, y todo lo que hago en el presente lo veo como ir dando pasos en esa dirección.
Escribo por necesidad de ir haciendo una especie de estado
de avance de mi vida… una recapitulación suena mejor. Y me doy cuenta que
durante mucho tiempo estaba en silencio pero no porque estaba dormida si no
porque se estaba gestando en mí un nuevo sujeto.
Do or die trying.
No hay comentarios:
Publicar un comentario