En la madrugada del 2 de Marzo de este año yo tenía 39
semanas y seis días de embarazo. Mi fecha de parto era el 3 de Marzo, y yo ya
no daba más de las ganas de conocer a mi hija. Me había preparado durante todo
el embarazo para tener un parto vaginal, lo más natural posible.
El día anterior había sido domingo, y yo necesitaba salir.
Le pedí a mi marido que tuviéramos un día los dos solos, y fuimos a pasear.
Estuvimos todo el dia fuera, juntos, sin saber que era el ultimo dia que íbamos
a estar solos los dos. Esa noche no me pude dormir, estaba inquieta. Alrededor
de las 3 de la mañana empecé a sentir una sensación extraña. No sabía si eran
contracciones, y decidí solo sentirlas, observar mi cuerpo. Iba pasando la hora
y yo seguía sintiendo estas sensaciones, que se volvían un poco más dolorosas,
y me dolían más acostada que sentada. No quería despertar a mi marido porque no
estaba segura de lo que estaba sintiendo. Me paseaba por la casa, con las luces
apagadas, sin saber si lo que estaba sintiendo eran contracciones o no.
Finalmente, una hora y media después me queje en voz alta y mi marido me
escuchó. Me hizo un baño de tina con agua caliente y me metí ahí, mientras él
me acompañaba. Puso música de relajación, y durante un tiempo me recosté en el
agua, sintiendo lo que ya parecía evidente que eran contracciones.
Llegamos a la clínica
la mañana del lunes muy temprano, y lloré cuando la matrona me dijo que estaba
en trabajo de parto. Lloré de la emoción, el susto, la expectación de todo lo
que venía. Fue un trabajo de parto largo, con la triste noticia de que mi hija
no lograba bajar por el canal de parto porque estaba chueca y no conseguía
encajarse. Hice yoga durante 40 minutos, tratando de abrir mis caderas para
ayudarla a bajar, pero no hubo caso. Catorce horas después, y luego de que
hubiesen disminuido los latidos de mi hija, me llevaban a pabellón para hacerme
una cesárea. También lloré cuando me dijeron que me tendrían que hacer cesárea.
Tres meses después, aún siento que esa operación me marcó, e intuyo que me
dejará una huella por muchos años que no se reduce solo a mi cicatriz.
Recuerdo estar acostada en la camilla, sola sin mi marido,
rodeada de doctores y enfermeras que me preparaban para que naciera Emilia.
Tenía tanto miedo a sentir como me abrían, pero al mismo tiempo sabía que en
minutos finalmente iba a conocer a esa niñita que esperé tanto tiempo.
Finalmente yo estaba lista, dejaron entrar a mi marido, y al cabo de un rato, a
las 17:28, escuché a mi hija llorar por primera vez. Esa fue la tercera vez que
lloré ese día, y fue el llanto más visceral, el más profundo. Me levantaron mi camisa y la pusieron sobre mi
pecho, desnuda, llena de sangre, y sentí su piel contra la mía, la mire y no lo
podía creer.
Durante mi embarazo, yo le había dicho a mi marido que si
llegase a pasar que nuestra hija naciera por cesárea, él debía preocuparse de
hacer el apego con ella. Que la tomara en brazos y la tuviera todo el tiempo
hasta que yo la pudiese tener. ¡Qué bueno fue haber hablado eso! Cuando me la
sacaron de encima, y después de que le hicieran las mediciones de rutina, él la
tomó en sus brazos y se sentó al lado mío. Me sentía tan tranquila, mientras
los doctores me cerraban. Es una situación tan extraña que es difícil de
traducir realmente.
El parto me marcó. Yo tenía tantas ganas de empujar a mi
hija a la vida. Tenía tantas ganas de que las cosas fueran distintas, y al
principio lloraba cuando pensaba en la cesárea. Me sentía frustrada, en cierta
forma fracasada. Quizás hasta menos mama.
La maternidad ha sido harina de otro costal. Mentiría que me
pasó lo que muchas mujeres relatan, eso de sentir de forma instantánea el amor
más grande del mundo. Por un lado no podía creer que esa criatura en mis brazos
era mía, mi hija. Sabía en mi guata que la amaba, pero en mi cabeza rondaban
millones de pensamientos. ¡No se parecía en nada a mí! Yo había imaginado un
pequeño clon… imagínense la sorpresa cuando veo una niña que no tenía nada que
ver conmigo… ja! Más encima les confieso que la encontré fea!! Recuerdo que ese
día cuando todos se fueron, y quedamos solos los tres en la pieza de la
clínica, le dije a mi marido, “oye, ¿tú
la encuentras linda? Yo no”. Ahora
me río acordándome. Estaba toda hinchada, con la nariz chueca por tantas horas
de trabajo de parto, pero yo no sabía que los bebes nacen tan feos! Son cosas
que nadie habla realmente.
La amaba, pero no con la intensidad que todos describen.
Estaba tan cansada. Me dolía tanto el cuerpo. Sentía como si me hubiesen
atropellado, y no podía dormir más de dos horas seguidas. Estaba agotada,
adolorida, y confundida. La primera noche en mi casa fue la peor noche de la
historia. Basta que les diga que a las tres de la mañana me puse a llorar y le
dije a mi marido “¡no puedo más!” y
deje a mi pobre hija sobre el mudador para que él la terminara de vestir…
Luego vinieron las dudas, el cuestionamiento si estaba
haciendo bien las cosas. Las opiniones del resto, y el constante dolor de
espalda (no estaba acostumbrada a tener un bebe en brazos tantas horas al día,
ni tener que estar agachándome para mudar tantas veces al día). ¡Me estaba
volviendo loca! Todo mezclado con momentos de amor. Pero al principio, más
que nada, me sentía abrumada. Habían muchos momentos de
felicidad, momentos de mirar a mi hija y amarla, pero definitivamente el primer
mes y medio fue más que difícil.
Creo que fue después de que cumplió dos meses de vida que
empecé a sentir una transformación… algo así como cuando las serpientes cambian
su piel. Algo dentro de mí comenzó a mutar y empecé a sentirme mama. Mama con
propiedad. Cuando estudiaba para formarme como psicoanalista leí que un psicoanalista
se autoriza de sí mismo cuando el estudio y la práctica le dan el respaldo
suficiente para llamarse así. Supongo que me pasó eso. En dos cortos meses, que
duraron una eternidad, me llamé mama. Me fui enamorando, sintiendo propiedad
sobre ese pequeño ser humano que me noqueó, y luego me conquistó. Sentí que llevaba
el título de mama no por convención sino porque me lo había ganado.
Hoy mi hija tiene tres meses recién cumplidos. Me rio con
sus sonrisas, de cómo va descubriendo el mundo con sus manos y su boca, y me
derrito cada vez que me mira y me sonríe. La imagino en distintas etapas de su
vida, y me imagino siendo su mama toda la vida.
La maternidad me tomó por sorpresa. Trepó por mi cuerpo, se
apoderó de mí, y me transformó.
¡Por una Vida 360!
Tremendamente sincero tu post. Me sentí en algunas de tus ideas, sobre todo en la del noqueo y la conquista.
ResponderEliminarTu hija es muy hermosa y lo será más cada día. Así mismo te sentirás mejor mamá cada día... te lo digo con conocimiento de causa, pues tengo dos años de experiencia.
Saludos desde Costa Rica.
Muchas gracias por tu comentario!
EliminarUuufff pareciera que te hubiese contado mi historia! Es casi casi tal cual. Difiere en la fecha de nacimiento y sexo del baby (20 de marzo/varon)
ResponderEliminarMe paso todo igual...queria parto natural, y no bajo...fui a cesarea...llore con un llanto distinto...tambien lo vi feo, tambien me senti agotada, confusa, frustrada...y hoy despues de 4 meses lo amo. Es mi unica verdad y la cosa mas linda que he hecho en la vida.
Saludos.
Ahora a bajar los kilitos y la pancita!!!
Felicidades por tu bebe! Como cambian las cosas con el tiempo cierto? Yo también tengo la mision ahora de bajar los kilos! Pero todo en su momento.
EliminarUuufff pareciera que te hubiese contado mi historia! Es casi casi tal cual. Difiere en la fecha de nacimiento y sexo del baby (20 de marzo/varon)
ResponderEliminarMe paso todo igual...queria parto natural, y no bajo...fui a cesarea...llore con un llanto distinto...tambien lo vi feo, tambien me senti agotada, confusa, frustrada...y hoy despues de 4 meses lo amo. Es mi unica verdad y la cosa mas linda que he hecho en la vida.
Saludos.
Ahora a bajar los kilitos y la pancita!!!
Gracias por contar tu experiencia de forma tan sincera! Tengo 4 meses de embarazo y hago yoga con tu video con frecuencia. Creo que con saber tu experiencia puedo estar mas preparada para cualquier cosa que pueda pasar, y recordar que dentro de lo imperfecto esta la perfección. Gracias!
ResponderEliminarGracias por contar tu experiencia de forma tan sincera! Tengo 4 meses de embarazo y hago yoga con tu video con frecuencia. Creo que con saber tu experiencia puedo estar mas preparada para cualquier cosa que pueda pasar, y recordar que dentro de lo imperfecto esta la perfección. Gracias!
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