El Adultocentrismo

"Nunca he conocido a nadie tan ignorante del que no pudiera aprender algo"

Siddhārtha Gautamá, conocido como Buda (563 a.C. - 486 a.C.), fundador del budismo

Tiempo atrás asistí a una charla dictada por el sociólogo Claudio Duarte, coordinador del departamento de investigaciones en juventudes de la Universidad de Chile. Aquella ocasión él habló sobre el adultocentrismo. En palabras simples: habló sobre cómo las relaciones en nuestra sociedad están inclinadas hacia el lado del adulto. Me explico. La edad en nuestra sociedad es símbolo de poder, conocimiento, éxito, experiencia. Se supone que quien es mayor tiene la razón.

Aunque no es en vano el dicho más sabe el diablo por viejo que por diablo, no podemos desconsiderar el hecho que la juventud no es sinónimo de ignorancia. Duarte explicaba que en una sociedad adultocéntrica, muchas veces las opiniones de los jóvenes son descartadas asumiendo de antemano que no aportarán.

Sin afán de querer simplificar una teoría compleja, solo les menciono lo suficiente para transmitirles algo que pienso sobre las relaciones entre jóvenes y adultos. He observado en distintos escenarios (relaciones laborales, entre padres e hijos, entre hermanos, etc.) que la tónica del adultocentrismo se repite. El que es mayor tiene dificultades para ceder en sus puntos de vista, o admitir que el otro puede tener un argumento válido. El que es menor usualmente se queja de que no es tomado en serio, o simplemente mandado sin que se le considere en sus opiniones.

Me parece que la salida a este impasse no va por el lado de que uno de los dos pruebe tener la razón, sino en ser capaz de liberarse del ego y darle una oportunidad a quien se tiene en frente.

Nuestra sociedad nos dicta pautas a través de mensajes subliminales. De alguna forma la mayoría de las personas están atrapadas en imágenes de lo que deben ser, lo que se entiende como ideales . Y uno de esos ideales tiene que ver con los supuestos de la edad, ya se los mencioné (saber más, ser más exitosos). Cuando nos desprendemos un poco de esos ideales, nos sentimos más cómodos en nuestra propia piel, y se hace más fácil apreciar al otro en vez de verlo como una amenaza.

Quienes aprenden a relacionarse con apertura de mente, se convierten en personas más productivas, más seguras, y más humildes. Y esto vale para todos los tipos de relaciones…

Por una vida 360!