En la plaza observaba a una pareja adolescente mientras jugaban el uno con
el otro. Era un juego de cuerpos. El chico quería levantar a la chica en sus hombros y se aferraba a sus piernas
riéndose coquetamente, mientras la chica se negaba entre
risas y nervios, disfrutando de la situación.
Mientras los miraba, pensé en lo entretenido que es ese tiempo en el que
los juegos son de cuerpo; de exploración de cuerpo para ser más precisa. En la adolescencia se empieza a descubrir la propia sexualidad, y ese camino está circunscrito a la relación que se tenga con el cuerpo.
¿Cómo generamos la primera relación con nuestro cuerpo? A través de cómo nos enseñaron. Y esa enseñanza va desde la forma en que nos acariciaban cuando bebes, a la forma en que nos hablaban del cuerpo cuando niños. Me refiero a todas esas intervenciones que tuvieron nuestros cuidadores que resultaron en cómo se piensa el cuerpo. Hablo, en esencia, de cómo nos han enseñado
a relacionarnos con nuestro propio cuerpo, ya que eso será clave a la hora de jugar con el cuerpo, y a la hora de amar con el cuerpo.
Les daré un ejemplo. Si tenemos un niño que se toca el pene
en público, y lo retamos diciéndole que eso no se hace porque es algo sucio, le hemos enseñado que tocarse es negativo, y que nunca se debe hacer, lo que genera un adulto que probablemente se sentirá culpable por querer tocarse. Mientras que si al mismo niño le enseñamos que esas son cosas que se hacen en privado, probablemente tendremos un adulto que entiende que no hay nada malo en tocarse, y sabrá estimar dónde y cúando hacerlo.
Aunque mi ejemplo es en extremo simplista, en última instancia quiero ilustrar la radical importancia que tiene la significación sobre el cuerpo y lo sexual. Si les enseñamos a los niños a tener vergüenza o pudor de sus cuerpos, como adultos difícilmente podrán gozar de ser tocados.
Si les enseñamos a los niños que todo lo relativo al sexo es malo o
peligroso, como adultos probablemente se enfrentarán a la intimidad con recelo, y les costará más disfrutar de esos momentos.
La forma en que nos referimos al cuerpo y a todo lo relativo al sexo es
una enseñanza en sí misma cuando somos formadores de niños (seamos padres,
tios, profesores, etc) y debe haber una cierta libertad en ese proceso que se siembra durante la niñez. No le tengamos miedo a hablar del sexo con naturalidad,
exponiendo aquello que merece precauciones, sin olvidar que los placeres son necesarios
en la vida. Una persona sana se relaciona con amor a su propio cuerpo, y eso
facilita enormemente el poder relacionarse sin tapujos a otro cuerpo.
Por una
vida 360!
¿Y cómo propones cambiar tu relación con el cuerpo en la edad adulta? No sólo a nivel sexual si no en general, conseguir sentirte bien en tu propia piel, consiguiendo olvidar los posibles momentos traumáticos que forjaron la relación con tu cuerpo.
ResponderEliminarCris, no hay UNA manera, sino múltiples posibilidades, siempre considerando que lo que funciona para unos, puede no funcionar para otros. Pero tal como expliqué, nuestra relacion al cuerpo esta atravesada por cómo significamos ese cuerpo. Para dar un ejemplo simple, si me miro al espejo y pienso que fea soy, mi relación a mi cuerpo está marcada con una connotación negativa, que se reflejara desde en como me visto y arreglo, hasta en cómo me relaciono con los demás. En cambio, si hago si al mirarme al espejo pienso que soy digna de amar, que soy linda como soy, eso también se verá reflejado.
EliminarAunque no soy partidaria de dar consejos porque todos somos distintos y para cada uno hay una salida diferente, me parece que un buen ejercicio para sentirte bien en tu propia piel es cambiar de forma conciente la forma en que uno se expresa de sí mismo. Hablar en positivo, y no en falta. Dejar de creer que existe lo perfecto, lo completo, y entender que todos estamos en falta.
Hacer alguna practica en la que el cuerpo se ponga en juego, y puedas ver resultados tb ayuda.
Es un camino que requiere trabajo y paciencia, pero es posible :)
Saludos